LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS ESCOLARES EN EL SISTEMA EDUCATIVO ESPAÑOL ORÍGENES Y REALIDAD.
En la España del Antiguo Régimen, en los años finales del
siglo XVIII y primeros del XIX, existían, por supuesto, escuelas de primeras
letras para niños, escuelas para niñas, universidades, instituciones de
enseñanza profesional y técnica y, en lo que después sería la segunda
enseñanza, escuelas de latinidad y gramática y colegios a cargo, en general, de
órdenes y congregaciones religiosas o de clérigos. Difícilmente, sin embargo,
podía hablarse de un sistema educativo. Más bien se trataba, como en otros
países de su entorno, de un conjunto de instituciones educativas organizadas
«por separado (…), aisladas unas de otras por completo y sin compartir ningún objetivo
común», no de un sistema en el que «las diversas formas escolares o
instituciones educativas» se conectaran entre sí como «partes
interrelacionadas» con unas «funciones definidas» (Müller, 1992, pp. 38-39). El
comienzo de los procesos de reorganización, conexión e interrelación entre esas
diversas formas escolares y las instituciones educativas existentes, producido
en diversos países occidentales –entre ellos España– en dichos años,
constituiría la génesis de los sistemas educativos (Ossenbach, 2002, p. 34).
Los sistemas educativos nacionales se formaron, pues, mediante la existencia de
una red o conjunto de instituciones educativas de educación formal:
• Relacionadas entre sí y diferenciadas mediante una
estructura formada por niveles, etapas o ciclos y cursos.
• Reguladas,
gestionadas y supervisadas, al menos en parte, por agencias y agentes públicos.
• Costeadas, también
al menos en parte, por alguna o algunas de las administraciones públicas.
• A cargo de profesores formados, seleccionados o supervisados
por dichos agentes y retribuidos, en todo o en parte, con cargo a un
presupuesto público.
• Que expiden unas certificaciones o credenciales reguladas,
en cuanto a su valor formal y expedición, por los poderes públicos. La génesis,
configuración y evolución de los sistemas educativos nacionales han estado
condicionadas por una serie de factores políticos, históricos y sociales. Ello
explica la diversidad existente en el grado de centralización o
descentralización de su gestión, en procesos y contextos educativos. la red
privada o pública de centros docentes, en sus estructuras, formas y extensión
de la escolarización o en los modos de formación y selección de sus profesores,
entre otros aspectos. Uno de los factores que ha determinado las diferencias
entre los sistemas educativos ha sido el de la formación de los Estados
nacionales y, relacionado con el mismo, el peso y el papel desempeñados por los
poderes públicos en cada uno de dichos sistemas. La configuración de los
sistemas educativos nacionales generó una serie de procesos y de tendencias o
fuerzas internas (Viñao, 2002, pp. 44-69):
• Entre los procesos,
destacan los de inclusión/exclusión y de segmentación.
• Entre las fuerzas
internas se distinguen la presión propedéutica de los niveles superiores sobre
los inferiores, la existencia de instituciones modelo y la formación de
culturas y estructuras académico-escolares. Por inclusión se entiende el índice
de acceso, por una población dada, a un determinado nivel, ciclo, etapa, curso
o modalidad de enseñanza. La exclusión es el reverso: la falta de acceso de una
determinada parte de la población, por cualquier causa, a un nivel, ciclo,
etapa, curso o modalidad de enseñanza. La progresividad de un sistema mide el
grado en el que el porcentaje de estudiantes de un grupo social determinado en
un nivel, ciclo, etapa, curso o modalidad de enseñanza se corresponde o aleja,
en más o en menos, del porcentaje que representan socialmente. La extensión de
la escolarización y, por tanto, del proceso de inclusión origina la progresiva
segmentación de los sistemas educativos: una segmentación vertical, o
graduación, en diferentes niveles, ciclos, etapas y cursos, con las
consiguientes acreditaciones fi nales y el establecimiento de pruebas de
promoción o acceso; y una segmentación horizontal mediante itinerarios, ramas o
modalidades paralelas de enseñanza para la población infantil o juvenil de la
misma edad. La segmentación vertical sería, a su vez, el origen de una clara
presión propedéutica de los niveles, etapas, ciclos o cursos superiores sobre
los inferiores, una presión que, por lo que a la enseñanza secundaria se
refiere, se ejercería desde la Universidad de la que nacería como un apéndice
destinado a formar a quienes a ella accedieran. Por su parte, la segmentación
horizontal en dicho nivel educativo ofrecería modalidades diversas en las que
sería posible la coexistencia, según los momentos y países, de:
• Una enseñanza primaria superior para la población de 10 a
13-14 años.
• Una segunda enseñanza desde los 9-10 años hasta los 17-18
años.
• Una formación profesional desde los 12-13 años hasta los
17-18 años.
• Ciertas modalidades de enseñanza de grado medio (peritajes,
magisterio, etc.) desde la edad de 14-15 años hasta la de 17-18 años.
Los sistemas educativos nacionales surgen en Europa a
principios del siglo XIX a raíz de la Revolución Francesa. En España, la
Constitución de 1812 incorpora la idea de la educación como un entramado en
cuya organización, financiación y control debe intervenir el Estado, con lo que
se sientan las bases para el establecimiento del sistema educativo español. Sin
embargo, su concreción definitiva culmina con la aprobación, en 1.857, de la
llamada Ley Moyano.
Referencias
Referencias
Müller (1992,
pp. 38-39).
Ossenbach, (2002,
p. 34).
Viñao, (2002,
pp. 44-69).
SARRAMONA (1982:
49).
CAIRIN (1987:
13 1-1 34).
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